domingo, agosto 27, 2006
El teléfono
El teléfono estubo esperando el momento. El teléfono estubo preparándose para interceder en el duelo. El teléfono nunca sonó. Pasaron las estaciones. El verano se presentó en todo su esplendor con su verdor, el cielo azul y la briza cálida que se sentía como un bálsamo en la piel. El otoño llegó de forma sigilosa, lentamente y con cautela, presentando lo mejor de sus colores marrón, amarillo y anaranjado. El invierno arreció con la más cruel frialdad sin nieve que apreciar. Culminó el año y el teléfono nunca sonó. El no llamó. El no se atrevió. Luego la primavera regresó con todos sus colores. La alegría de salir y disfrutar al aire libre el viento y las flores era indescriptible. El verano se engalanó con sus colores verdes claros y oscuros en el valle. Las temperaturas llegaron al punto de lo insoportable y el teléfono nunca sonó. Ya es un duelo que habia pasado, innecesario y sin sentido. Ya las estaciones del año se encargaron de sanar lo que se habia quebrantado. Ya la vida sonreía y todo parecía tener más sentido cuando el teléfono sonó. Y éste fue testigo del final. De aquello irresuelto, de las palabras que no se dijeron, de los corajes que se refugiaron en el corazón y estallaron al escuchar su voz al otro lado. El telefono se rompió. No pudo con el duelo. El teléfono se dañó. No sirvió para reproches, ni corajes, ni reclamos. El teléfono murió.
sábado, agosto 26, 2006
La tradición
-Realmente no tengo complejo por estar sobre peso. Si mira, desde que me casé comensé a engordar. Porque si te pones a ver, lo que hacia antes de casarme con mi esposo era patinar y correr bicicleta. Teníamos mucho tiempo libre. Luego que nos casamos ambos comenzamos nuestra carrera a tiempo completo y no teníamos tiempo para hacer ejercicios. Luego vinieron los niños/as. !Olvídate! No tenemos tiempo para nada. No tengo complejos. Realmente mi imagen no es algo que le preste mucha atención. Salgo en una camiseta y mahones y ya.
-¿Cuántos niños/as tienes?
-Dos y uno en camino
-Uhhm...Me pregunto si realmente tiene que ser así.
-¿Cómo?
-Casarse, trabajar como bestias, engordar, tener hijos y finalmente para completar la tradición despreocuparse por la apariencia. Miles han comprado ese estilo de vida como si no hubiesen mas opciones. A mi no me cogen.
-¿Cuántos niños/as tienes?
-Dos y uno en camino
-Uhhm...Me pregunto si realmente tiene que ser así.
-¿Cómo?
-Casarse, trabajar como bestias, engordar, tener hijos y finalmente para completar la tradición despreocuparse por la apariencia. Miles han comprado ese estilo de vida como si no hubiesen mas opciones. A mi no me cogen.
Artículo del mes
Trump
Mayra Montero
Cuando pase esta tormenta kitsch y esta desproporción, yo espero que alguien _evalúe fríamente la “petición” que casualmente vuelve por sus fueros, de que el concurso de Trump se celebre el año que viene en Puerto Rico. En pesos y centavos eso significa que el país, o sea, los contribuyentes, tendrían que desembolsar bastantes millones para que se los embolsillen tres o cuatro aprovechados. Y eso es un disparate que no deja oficio ni beneficio.
Ya en una columna anterior, comenté que es evidente que los organizadores del concurso no tienen dónde celebrarlo, porque en Europa, por ejemplo, no interesa para nada. Ni siquiera lo transmiten. Este año hubo países que no se tomaron la molestia de mandar a nadie, Italia entre ellos. Y ésa es la tendencia: ignorar esta fiestecita que estará muy bien para que se entretengan las adolescentes (como juego, esperemos que no como proyecto de vida), pero no para que se vuelque un país entero, unos adultos, unos gobernantes que tienen que comprender que mérito como tal, ninguno, y que además es puro anacronismo. Lo comprendieron, sin ir más lejos, las autoridades de California, que siguieron en lo suyo sin apenas hacerles caso.
A mí me gustaron mucho las crónicas de una de las reporteras que cubrió el evento, y que además de informar a la manera convencional, fue un poco más allá y estuvo analizando las interioridades y los absurdos del certamen. En una de esas, se refirió a los “beneficios” de competir. Ese tropel de muchachas que invierten un dineral y luego no duermen, no comen, no hacen otra cosa que obedecer ciegamente, ni siquiera como soldados de un regimiento, sino como perritos de exhibición. Porque a los soldados no los emperifollan, no los “broncean”, no les cortan un trocito de nariz, no les ponen tetas. No los tratan, en suma, como a búcaros. Pero a ellas sí.
La representante de Trinidad y Tobago, por ejemplo, era un caso siquiátrico. Yo recorté la página del periódico donde aseguraba que “había aprendido a adorarse”, ella se adora a sí misma porque se convirtió en la musa de no sé quién, alguien que le demostró que es bella, bella, bella (palabras textuales).
Recorté la nota por delirante, porque para algo me servirá algún día. La de Polonia era otro caso siquiátrico, pero en sainete. Ya había concursado en Venezuela o en Colombia, y como no pasó nada, se sacó de la manga una mamá polaca, se cambió el apellido y se metió de cabeza en el concurso donde las demás muchachas le reprocharon su oportunismo. Ella ignoraba sufridamente los reproches, haciendo unos pucheros y poniendo unos ojos que yo, veterana autora de erotismos, me reía por dentro. Un peligro la polaca circunstancial.
Por último, una pregunta que creo que viene a cuento: si la mujer que entregaba la corona, con nombre ruso, era la representante de Canadá, ¿por qué esta vez no celebraron el concurso en Montreal o en Toronto, o en cualquiera de esas magníficas ciudades? Nos consta que, hasta última hora (aún en medio de la crisis fiscal en Puerto Rico) los organizadores estaban buscando desesperadamente quién los acogiera y aflojara los milloncejos, y al final tuvieron que recurrir a Los Ángeles, sin que seguramente les dieran tanto, porque no nos van a decir que les dieron el oro y el mono, y que luego las autoridades de la ciudad ni se asomaron para saludar. Se buscaron unos cuantos auspiciadores que iban a los cócteles a conversar con las muchachas. Eso es todo. Ningún patrocinio gubernamental serio, porque no, porque esas cosas están bien en privado. Pero no para que ningún gobierno las apadrine.
Estos concursos, si es que se van a seguir celebrando, si es que van a tener cobertura, tienen que situarse dentro de ese ámbito: un evento social más o menos simpático, más o menos colorido y punto.
Evoluciona la gente, evolucionan las mujeres, evolucionan los países. ¿Por qué un negocio de un señor que ya no sabe dónde instalar el tinglado tiene que convertirse en una “fiesta de pueblo”, como clamaba la organizadora local? ¿Por qué tiene que haber un gran recibimiento de pueblo, a ver? ¿Cerramos el gobierno (otra vez) y todos a la calle con banderitas para felicitarnos porque Trump las pone a desfilar en bikini y “quiere belleza”? A mí me dio pena leer eso, la deslumbrada sumisión con que la organizadora dijo que oyó que Donald Trump “quería belleza”. Pues eso es lo que tiene que querer, ¿o es que ha querido otra cosa en años anteriores? Bueno, tal vez dorarle la píldora a Putin, pero la reina rusa, que era medio soldado, les salió rana y huyó de la parafernalia.
Hay que crecer. Que las adolescentes se ilusionen, pase. Pero no que a los adultos, que a un pueblo entero lo quieran atrapar en semejante bobería. Y como nota al margen, vergüenza dio esa mujer del Líbano que estuvo allí, si es que era del Líbano, que tal como está el cotarro a saber de dónde la sacaron. Pero el caso es que la banda sobre su pecho decía Líbano. Su país muriéndose, y ella meneándose en tarima. Eso son los “valores” del Universo: el vacío, el egoísmo y la banalidad.
Fuente: El Nuevo Dia de Puerto Rico
Mayra Montero
Cuando pase esta tormenta kitsch y esta desproporción, yo espero que alguien _evalúe fríamente la “petición” que casualmente vuelve por sus fueros, de que el concurso de Trump se celebre el año que viene en Puerto Rico. En pesos y centavos eso significa que el país, o sea, los contribuyentes, tendrían que desembolsar bastantes millones para que se los embolsillen tres o cuatro aprovechados. Y eso es un disparate que no deja oficio ni beneficio.
Ya en una columna anterior, comenté que es evidente que los organizadores del concurso no tienen dónde celebrarlo, porque en Europa, por ejemplo, no interesa para nada. Ni siquiera lo transmiten. Este año hubo países que no se tomaron la molestia de mandar a nadie, Italia entre ellos. Y ésa es la tendencia: ignorar esta fiestecita que estará muy bien para que se entretengan las adolescentes (como juego, esperemos que no como proyecto de vida), pero no para que se vuelque un país entero, unos adultos, unos gobernantes que tienen que comprender que mérito como tal, ninguno, y que además es puro anacronismo. Lo comprendieron, sin ir más lejos, las autoridades de California, que siguieron en lo suyo sin apenas hacerles caso.
A mí me gustaron mucho las crónicas de una de las reporteras que cubrió el evento, y que además de informar a la manera convencional, fue un poco más allá y estuvo analizando las interioridades y los absurdos del certamen. En una de esas, se refirió a los “beneficios” de competir. Ese tropel de muchachas que invierten un dineral y luego no duermen, no comen, no hacen otra cosa que obedecer ciegamente, ni siquiera como soldados de un regimiento, sino como perritos de exhibición. Porque a los soldados no los emperifollan, no los “broncean”, no les cortan un trocito de nariz, no les ponen tetas. No los tratan, en suma, como a búcaros. Pero a ellas sí.
La representante de Trinidad y Tobago, por ejemplo, era un caso siquiátrico. Yo recorté la página del periódico donde aseguraba que “había aprendido a adorarse”, ella se adora a sí misma porque se convirtió en la musa de no sé quién, alguien que le demostró que es bella, bella, bella (palabras textuales).
Recorté la nota por delirante, porque para algo me servirá algún día. La de Polonia era otro caso siquiátrico, pero en sainete. Ya había concursado en Venezuela o en Colombia, y como no pasó nada, se sacó de la manga una mamá polaca, se cambió el apellido y se metió de cabeza en el concurso donde las demás muchachas le reprocharon su oportunismo. Ella ignoraba sufridamente los reproches, haciendo unos pucheros y poniendo unos ojos que yo, veterana autora de erotismos, me reía por dentro. Un peligro la polaca circunstancial.
Por último, una pregunta que creo que viene a cuento: si la mujer que entregaba la corona, con nombre ruso, era la representante de Canadá, ¿por qué esta vez no celebraron el concurso en Montreal o en Toronto, o en cualquiera de esas magníficas ciudades? Nos consta que, hasta última hora (aún en medio de la crisis fiscal en Puerto Rico) los organizadores estaban buscando desesperadamente quién los acogiera y aflojara los milloncejos, y al final tuvieron que recurrir a Los Ángeles, sin que seguramente les dieran tanto, porque no nos van a decir que les dieron el oro y el mono, y que luego las autoridades de la ciudad ni se asomaron para saludar. Se buscaron unos cuantos auspiciadores que iban a los cócteles a conversar con las muchachas. Eso es todo. Ningún patrocinio gubernamental serio, porque no, porque esas cosas están bien en privado. Pero no para que ningún gobierno las apadrine.
Estos concursos, si es que se van a seguir celebrando, si es que van a tener cobertura, tienen que situarse dentro de ese ámbito: un evento social más o menos simpático, más o menos colorido y punto.
Evoluciona la gente, evolucionan las mujeres, evolucionan los países. ¿Por qué un negocio de un señor que ya no sabe dónde instalar el tinglado tiene que convertirse en una “fiesta de pueblo”, como clamaba la organizadora local? ¿Por qué tiene que haber un gran recibimiento de pueblo, a ver? ¿Cerramos el gobierno (otra vez) y todos a la calle con banderitas para felicitarnos porque Trump las pone a desfilar en bikini y “quiere belleza”? A mí me dio pena leer eso, la deslumbrada sumisión con que la organizadora dijo que oyó que Donald Trump “quería belleza”. Pues eso es lo que tiene que querer, ¿o es que ha querido otra cosa en años anteriores? Bueno, tal vez dorarle la píldora a Putin, pero la reina rusa, que era medio soldado, les salió rana y huyó de la parafernalia.
Hay que crecer. Que las adolescentes se ilusionen, pase. Pero no que a los adultos, que a un pueblo entero lo quieran atrapar en semejante bobería. Y como nota al margen, vergüenza dio esa mujer del Líbano que estuvo allí, si es que era del Líbano, que tal como está el cotarro a saber de dónde la sacaron. Pero el caso es que la banda sobre su pecho decía Líbano. Su país muriéndose, y ella meneándose en tarima. Eso son los “valores” del Universo: el vacío, el egoísmo y la banalidad.
Fuente: El Nuevo Dia de Puerto Rico
domingo, agosto 20, 2006
viernes, agosto 18, 2006
¿Qué haces tan lejos?
En medio de la alegría de una nueva vida, un mejor salario, un nuevo empleo, miró alrededor y notó los rostros extraños de los conductores. No estaba en la congestión de Caguas a Río Piedras sino en un país extranjero, pero asociado al Isla del Encanto. Las contradicciones. De momento pareció despertar y se preguntó qué hacia tan lejos de su país, de su gente y sus raíces. Se preguntó qué hacia en un país extraño masticando lengua extranjera y en medio de realidades que en nada afectaban al país del cual profesa ser.
El sol caía en la distancia, el carro continuaba en la congestión, los rostros de los conductores continuaban pareciendo extraños. Miraba a la distancia y no podía divisar nada sino un llano inmenso sin montañas y la Isla la comenzó a llamar.
"¿Qué haces allá tan lejos? ¿Cuándo vas a regresar?"
"No se cuando. No se. Tal vez en par de años."
"¿Qué haces sirviendo a gente extranjera cuando tu gente también tiene los mismos problemas por los que pudieras trabajar?"
"Sí. Lo se. Me estoy preparando...ya iré. Pero no me sigas preguntando que me haces llorar. Lo obvio no se dice ni se pregunta. ¿Por qué me cuestionas tanto?"
"Porque no perteneces a ese lugar. Ven y te sentirás como el pescadito de agua salada que es lanzado al mar...Ven a disfrutar de las olas y la brisa. !Ven!"
"Algún día será. Te lo prometo. No te miento. Mi deseo por estar cerca es muy grande, no te puedo mentir. Y no me vuelvas a preguntar"
Así siguió transitando en su vehículo que se fue perdiendo entre otros cientos más.
El sol caía en la distancia, el carro continuaba en la congestión, los rostros de los conductores continuaban pareciendo extraños. Miraba a la distancia y no podía divisar nada sino un llano inmenso sin montañas y la Isla la comenzó a llamar.
"¿Qué haces allá tan lejos? ¿Cuándo vas a regresar?"
"No se cuando. No se. Tal vez en par de años."
"¿Qué haces sirviendo a gente extranjera cuando tu gente también tiene los mismos problemas por los que pudieras trabajar?"
"Sí. Lo se. Me estoy preparando...ya iré. Pero no me sigas preguntando que me haces llorar. Lo obvio no se dice ni se pregunta. ¿Por qué me cuestionas tanto?"
"Porque no perteneces a ese lugar. Ven y te sentirás como el pescadito de agua salada que es lanzado al mar...Ven a disfrutar de las olas y la brisa. !Ven!"
"Algún día será. Te lo prometo. No te miento. Mi deseo por estar cerca es muy grande, no te puedo mentir. Y no me vuelvas a preguntar"
Así siguió transitando en su vehículo que se fue perdiendo entre otros cientos más.
miércoles, agosto 09, 2006
El FBI otra vez...
“El pueblo de Puerto Rico completo observó atónito las imágenes de video de todas las estaciones televisivas y escuchó aterrado el audio de muchas estaciones de radio cuando agentes del FBI abusaron a respetados periodistas de la isla. El consenso en la isla es que la palabra que fielmente describe estas acciones de agentes del FBI es "abuso". El pueblo de Puerto Rico entero es testigo de los abusos y de la injusticia. Ningún lavado de cara institucional borrará esto”, indicó, por su parte, el congresista demócrata Luis Gutiérrez, quien junto a sus colegas José Serrano y Nydia Velázquez pidió originalmente al director del FBI, Robert Mueller, que investigaran este caso.
Comentario tomado del blog de José A. Delgado desde Washington para el Nuevo Dia.
Comentario tomado del blog de José A. Delgado desde Washington para el Nuevo Dia.
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