El camino a verte se acortaba
hasta llevarme de prisa a tu encuentro
y ahi estabas en silencio, triste y enfermo.
La emoción de verte afloraba,
mis manos te apretaban,
pero a penas una sonrisa se asomó en tus labios.
Pensaba de camino a casa abrazarte y besarte
como siempre.....
pero ahí estabas cansado, enfermo y sin mucho que decir.
Me sumergí en la tristeza de los recuerdos
que cuando caminaba a verte
y sentía la emoción de encontrate de nuevo
sonreías
pero hoy no es el día para sonreír.
Espero volver a verte mañana.
Será un nuevo día donde tal vez
me sonreirás con más fuerzas.
Mañana será otro día, un nuevo sol,
nuevos aires, nuevas fuerzas.
Mañana será el día
donde pueda verte sonreír otra vez.
miércoles, octubre 25, 2006
Fearing Intimacy
My work is lecturing and writing about pornography, child sexual abuse in battering situations, and other areas of female sexual slavery. I live two truths all the time: I live in a male-supremacist culture, yet I have a relationship with a man who is not a sexist. I used to feel that to bea totally strong woman and a feminist I should be alone, and I would feel guilty for having this real partner who loves me and helps me, whom I love and trust and depend on. But now I think, Why not just enjoy the especial life I have and not worry about how I "should" be?
Taken from "Our Bodies, Ourselves: For The New Century"(1998)
Taken from "Our Bodies, Ourselves: For The New Century"(1998)
El costo de la vida
Aquí copio la letra de Juan Luis Guerra cantando a la República Dominicana. Casualmente esta canción me recuerda a Puerto Rico.
El costo de la vida sube otra vez
el peso que baja ya ni se ve
y las habichuelas no se pueden comer
una libra de arroz ni una cuarta de café
a nadie le importa qué piense usted
será porque aquí no hablamos inglés
ah ah es verdad.. ah ah e' verdad. ah ah e' verdad .
do you understand? do you do you.
y la gasolina sube otra vez
el peso que baja ya ni se ve
y la democracia no puede crecer
si la conducción juega ajedrez
a nadie le importa que piensa usted?
será porque aquí no hablamos francés
ah ah vous parlez ah ah vous parlez ah ah vous parlez ah ah no monsieur
somos un agujero en medio del mar y el cielo
500 años después
una raza encendida
negra blanca y caída
peroquién descubrio a quién..
ay el costo de la vida
ya va pa'riba tu ves
y el peso que baja
ya ve pobre ni se ve
y la medicina ya ve camina al revés
aquí no se cura ya ve un cayo en el pie
aquí i qui
ya ve aquí qui..
y ahora el desempleo
ya ve me mordió también
a nadie le importa noo
ni a la mitsubishi ya ve ni a la chevrolet
la corrupción pa arriba ya ve pa' riba tu ves
y el peso que baja ya ve pobre ni se ve
y la delicuencia
ya ve me pilló otra vez
aquí no se cura ya ve ni un callo en el piea
quí i qui
ya ve aquí i qui
y ahora el desempleo
ya ve me mordió también
a nadie le importa noo
ni a la mitsubichi ya ve ni a la chevrolet
la recesión pa arriba
ya ve pa riba tu ves
y el peso que baja
ya ve pobre ni se ve
y la medicina ya ve camina al revés
aquí no se cura ya ve un cayo en el piea..
qui i qui
ya ve ahi qui i qui
y ahora el desempleo
ya ve me mordió tambien
a nadie le importa noo
ni a la mitsubichi ya ve ni a la chevrolet
El costo de la vida sube otra vez
el peso que baja ya ni se ve
y las habichuelas no se pueden comer
una libra de arroz ni una cuarta de café
a nadie le importa qué piense usted
será porque aquí no hablamos inglés
ah ah es verdad.. ah ah e' verdad. ah ah e' verdad .
do you understand? do you do you.
y la gasolina sube otra vez
el peso que baja ya ni se ve
y la democracia no puede crecer
si la conducción juega ajedrez
a nadie le importa que piensa usted?
será porque aquí no hablamos francés
ah ah vous parlez ah ah vous parlez ah ah vous parlez ah ah no monsieur
somos un agujero en medio del mar y el cielo
500 años después
una raza encendida
negra blanca y caída
peroquién descubrio a quién..
ay el costo de la vida
ya va pa'riba tu ves
y el peso que baja
ya ve pobre ni se ve
y la medicina ya ve camina al revés
aquí no se cura ya ve un cayo en el pie
aquí i qui
ya ve aquí qui..
y ahora el desempleo
ya ve me mordió también
a nadie le importa noo
ni a la mitsubishi ya ve ni a la chevrolet
la corrupción pa arriba ya ve pa' riba tu ves
y el peso que baja ya ve pobre ni se ve
y la delicuencia
ya ve me pilló otra vez
aquí no se cura ya ve ni un callo en el piea
quí i qui
ya ve aquí i qui
y ahora el desempleo
ya ve me mordió también
a nadie le importa noo
ni a la mitsubichi ya ve ni a la chevrolet
la recesión pa arriba
ya ve pa riba tu ves
y el peso que baja
ya ve pobre ni se ve
y la medicina ya ve camina al revés
aquí no se cura ya ve un cayo en el piea..
qui i qui
ya ve ahi qui i qui
y ahora el desempleo
ya ve me mordió tambien
a nadie le importa noo
ni a la mitsubichi ya ve ni a la chevrolet
martes, octubre 17, 2006
Instintos
No creía en los instintos que me hicieran
pensar en malas impresiones.
Mi idea de la vida era hermosa
y nadie era juzgado sin hechos que le condenen.
Pero quién dijo que hay que esperar al hecho
para luego lamentarnos de lo que pensamos
iba a ocurrir.
No somos tribunal para esperar
al hecho concrteo, a la traición o al acto que nos hiera.
Solo hay que mirar a los ojos, las palabras omitidas,
las cosas que no se dicen, las cosas que no se hacen
y me dan la clave de que algo anda torcido,
que algo anda tejiendose, que algo pronto va a ocurrir.
Finalmente ocurre.
Cree en tus instintos, me dije una vez,
pero los ignoraba pensando que juzgaba
sin hechos concretos.
Cree en tus instintos, me dije una vez,
y se me olvidaba creerles otra vez.
Y soñé ayer que me dije a mi misma
"guarda tu cartera que te roban",
pero no hice caso a mis instintos.
No la guardé, y sí, alguien quería robarme.
Me agarraron para quitarme la cartera de repente.
Luché hasta salir airosa.
Y recordé no esperar al ultimo minuto
para creer en mis instintos.
pensar en malas impresiones.
Mi idea de la vida era hermosa
y nadie era juzgado sin hechos que le condenen.
Pero quién dijo que hay que esperar al hecho
para luego lamentarnos de lo que pensamos
iba a ocurrir.
No somos tribunal para esperar
al hecho concrteo, a la traición o al acto que nos hiera.
Solo hay que mirar a los ojos, las palabras omitidas,
las cosas que no se dicen, las cosas que no se hacen
y me dan la clave de que algo anda torcido,
que algo anda tejiendose, que algo pronto va a ocurrir.
Finalmente ocurre.
Cree en tus instintos, me dije una vez,
pero los ignoraba pensando que juzgaba
sin hechos concretos.
Cree en tus instintos, me dije una vez,
y se me olvidaba creerles otra vez.
Y soñé ayer que me dije a mi misma
"guarda tu cartera que te roban",
pero no hice caso a mis instintos.
No la guardé, y sí, alguien quería robarme.
Me agarraron para quitarme la cartera de repente.
Luché hasta salir airosa.
Y recordé no esperar al ultimo minuto
para creer en mis instintos.
lunes, octubre 09, 2006
Amor mío...huyamos
Amor mío, ven y hazme sentir como lo hiciste ayer
en tus brazos, en los míos.
Una palabra, una sonrisa, un abrazo tuyo
me hacen tan feliz.
La sencillez de la vida a tu lado
me llenan de esperanza
de saber que el mundo algún día podría cambiar
si lo empapamos de este amor
que sentimos tu yo.
Amor mío, ven y devolvamosle a la vida
la felicidad.
Se la hemos robado
tu y yo.
En las mañanas cuando nos abrazamos,
en las tardes cuando conversamos,
en la cocina haciendonos la cena
tu y yo tan felices.
Y mañana en el crepúsculo de la mañana
lo seremos también.
Amor mío, corramos y huyamos
No hay que devolverle la felicidad a la vida
la felicidad es nuestra.
en tus brazos, en los míos.
Una palabra, una sonrisa, un abrazo tuyo
me hacen tan feliz.
La sencillez de la vida a tu lado
me llenan de esperanza
de saber que el mundo algún día podría cambiar
si lo empapamos de este amor
que sentimos tu yo.
Amor mío, ven y devolvamosle a la vida
la felicidad.
Se la hemos robado
tu y yo.
En las mañanas cuando nos abrazamos,
en las tardes cuando conversamos,
en la cocina haciendonos la cena
tu y yo tan felices.
Y mañana en el crepúsculo de la mañana
lo seremos también.
Amor mío, corramos y huyamos
No hay que devolverle la felicidad a la vida
la felicidad es nuestra.
Un escrito al recuerdo inutil
Recuerdo las tardes perdidas pensando en ti.
Recuerdo las mañanas tristes en la cama
pensando en las marañas de tus palabras.
Cada segundo lo invertía en defenderme
y explicarte lo que yo no era que tu decías yo soy.
Y las lagrimitas navegaban en mis mejillas
no por ti, ni por amor,
sino al apenarme por mi
al estar en dicha situación.
Escuchar una voz de ultramar
tan cálida y amorosa me reventaba en pedazos
de alguien a quien amaba, que me movía el alma,
y esperaba que me entregara en sus brazos.
Pero ahí estabas tu...¿por qué?
El desespero por una conslusión y paz en mi interior
se convirtieron en el objeto de mis oraciones.
Quería arrancarte de mi vida
y que pasaras a la vida del olvido.
Y contigo todas las manos llenas de espinas
que un día me lastimaron.
Recordaba aquellas noches,
sí,
tan oscuras, tan tenebrosas, tan frías.
El plan lo llevabas en tus bolsillos.
El libreto lo tenías memorizado en el corazón.
Recordaba qué mucho tiempo perdí,
pues esto no lo necesitaba vivir
no necesitaba conocerte
para entender cosas ya entendidas.
Pero ahora la vida me regala paz
lejos del recuerdo inutil de ti
y de lo que yo fui.
Recuerdo las mañanas tristes en la cama
pensando en las marañas de tus palabras.
Cada segundo lo invertía en defenderme
y explicarte lo que yo no era que tu decías yo soy.
Y las lagrimitas navegaban en mis mejillas
no por ti, ni por amor,
sino al apenarme por mi
al estar en dicha situación.
Escuchar una voz de ultramar
tan cálida y amorosa me reventaba en pedazos
de alguien a quien amaba, que me movía el alma,
y esperaba que me entregara en sus brazos.
Pero ahí estabas tu...¿por qué?
El desespero por una conslusión y paz en mi interior
se convirtieron en el objeto de mis oraciones.
Quería arrancarte de mi vida
y que pasaras a la vida del olvido.
Y contigo todas las manos llenas de espinas
que un día me lastimaron.
Recordaba aquellas noches,
sí,
tan oscuras, tan tenebrosas, tan frías.
El plan lo llevabas en tus bolsillos.
El libreto lo tenías memorizado en el corazón.
Recordaba qué mucho tiempo perdí,
pues esto no lo necesitaba vivir
no necesitaba conocerte
para entender cosas ya entendidas.
Pero ahora la vida me regala paz
lejos del recuerdo inutil de ti
y de lo que yo fui.
El desentendido parte I
-Te llamo porque es que no supe nada de ti desde aquella vez.
-Precisamente porque no he querido que sepas nada de mi. ¿O es que no te ha quedado claro despues de año y medio? Cretino.
Continuará...
-Precisamente porque no he querido que sepas nada de mi. ¿O es que no te ha quedado claro despues de año y medio? Cretino.
Continuará...
sábado, octubre 07, 2006
Artículo del mes
El poeta del exilio
Por Juan Cruz / El País Internacional
Vivió décadas de exilio. Argentina, Cuba, México, España. Salió a flote gracias a la literatura y los amigos. Acaba de cumplir 86 años. En su tierra, Uruguay. Por fin. Pero más triste que nunca. La muerte de Luz, su compañera de toda una vida, le conduce a las lágrimas. Sólo le hacen feliz el fútbol y el futuro político de su país.
Mario Benedetti inventó la palabra “desexilio” cuando ya pudo volver a Uruguay, tras los años de plomo de la dictadura en su país. Pero nadie le va a regalar una palabra que le quite la tristeza de verse solo, después de sesenta años con Luz.
Luz era su mujer, y murió después de un grave y lento proceso de Alzheimer.
Detrás de él hay una larga vida de poeta, de novelista, de articulista, de activista político; la policía militar de su país lo persiguió por el mundo –Buenos Aires, Lima, La Habana– para que cumpliera la condena implícita que pesaba sobre él, y se salvó de la muerte. España –Palma, Madrid– fue su penúltimo refugio. En Mallorca vivió años muy felices, lo dice él, y en Madrid se hizo con casa, amigos y esperanzas; hasta que pudo volver. Fue entonces cuando inventó la palabra desexilio: acostumbrarse a vivir en el país que fue el suyo. En todas las partes acogen sus recitales –en España, en Buenos Aires, en Montevideo, en México– como los de un músico de rock, en todas las ferias del libro le piden autógrafos como si fuera un actor de cine, y muchos músicos –Viglietti, Serrat, Tania Libertad– han hecho de sus poemas música de amor y de resistencia…
Cuando estuvimos con él en Montevideo, mostró incluso momentos de cierta felicidad.
Pero está herido; esta muerte de Luz ha sido para él un tremendo mazazo y bajo esa sombra habla como si vivir ya fuera un penoso esfuerzo de soledad. Conserva intacto un cierto humor irónico, con el que llena sus poemas y sus haikus, algunos de los cuales nos recitó enseguida que nos sentamos, como si diciendo sus versos no tuviera que contarnos lo que más le dolía.
¿Cómo eran sus padres?
Había un gran desnivel cultural entre ellos… Mi padre era químico y enólogo y mi madre casi no había acabado primaria… Mi madre era bastante caprichosa; no se llevaron bien… Mi padre era un tipo muy inteligente, generoso, buena persona. Y como profesional era excelente.
¿Cómo se fue haciendo usted?
Aprendí a leer solo… Me pusieron en el colegio alemán, y fui enseguida a segundo, porque yo ya había leído a Julio Verne y a Salgari… Allí, en el colegio alemán, nos enseñaban a golpes…
¿Eso le marcó?
Me marcó en varios aspectos y me hizo aprender un idioma, el alemán, que es hoy el idioma que manejo mejor…
Incluso ha sido actor en alemán…
El idioma que uno aprende en la infancia es el que uno aprende mejor. Nos separaban a los que hablábamos alemán o español con nuestras familias… Eso originó una guerra entre los que hablábamos español y los que hablaban alemán en casa, ¡se producían unas piñatas espantosas en los recreos. La peor penitencia era que el director te llevaba al despacho, te daba una paliza.
Qué disciplina. ¿Qué huella le dejó?
Me hizo muy disciplinado, muy estricto, muy puntual… Ese rigor tenía su desventaja. Una vez nos daban una clase de carpintería y un hijo de alemanes tuvo una discusión conmigo; tenía un cuchillo, me lo tiró y me lo clavó en una pierna… No era fácil la vida en el colegio alemán.
En 1976 surgió una dictadura brutal…
Surgió la tortura, la corrupción, el soborno, y enfrente estaban los tupamaros… Los tupamaros creían que la revolución iba a ayudar a la redistribución de la poca riqueza que le quedaba al país… Y los ricos, los militares y los gobernantes aceleraron la represión y la tortura; ahí empezó todo.
Usted hizo política…
Estuve en uno de los movimientos que se integraron en el Frente Amplio… Fue una experiencia dura, porque tienes que decir en la tribuna algo con lo que no siempre estás de acuerdo… Además, no improvisaba los discursos, los escribía, y eso para un político no es nada bueno… Un día me vinieron a avisar unos amigos: me iban a meter preso en menos de 48 horas.
Y el exilio...
Yo no me quería ir. “¡Te tienes que ir!”, me decían, “¡te van a torturar!”. Hicimos un acto por la libertad de Daniel Viglietti, y después me marché a Buenos Aires. En Buenos Aires estuve poco; era la época de López Rega. Y López Rega sacó una lista de personas que debían dejar el país, porque si no, las mataban. Entre esas personas estaba yo, el único extranjero. Me fui a Perú. Allá me dieron trabajo en un diario, con la condición de que no dijera ni media palabra de política: ni de Uruguay, ni de Perú, ni de Estados Unidos… Mis artículos versaban sobre literatura… Un día tocaron el timbre abajo. Era la policía, me querían deportar. Me dieron a elegir: Cuba, Ecuador o Uruguay. Mientras lo iba pensando, el tipo que me fue a avisar de la deportación se fue durmiendo, y yo aproveché para deshacerme de los papeles comprometidos. Cuando se despertó me rogó: “Por favor, no les diga a mis superiores que me quedé dormido”. Me acompañó luego al aeropuerto, me dio la mano y me abrazó. En Buenos Aires me estaba esperando Luz. Yo tenía un llavero que llamaba el llavero de la solidaridad, porque abría las casas de cinco o seis amigos argentinos en las que yo me podía refugiar…
Cuba fue una escala de su exilio…
Cuando estaba en Perú, Haydée Santamaría me envió una invitación para que fuera a trabajar a Casa de las Américas, que ella dirigía… Yo estaba corriendo peligro… Y cuando estaba allí les criticaba mucho, sobre todo aquellas cosas que se hacían y que perjudicaban a la revolución en el extranjero… Cuando me fui recibí una carta de Haydée: me extrañaban, decía, sobre todo por las críticas que les hacía…
¿Y cuáles eran sus críticas?
Se hacían cosas innecesarias, que daban mala imagen en el extranjero. Lo que yo trataba era que se cuidara la imagen exterior de Cuba, porque no se podían quedar solos. Yo les decía que debían tener buenas relaciones no sólo con la Unión Soviética, que tenían que abrirse a México, a Francia, a Italia… El simple apoyo de la Unión Soviética no era un apoyo muy beneficioso, aunque lo fuera desde el punto de vista técnico o económico…
Su exilio siguió en España…
El principal problema en Cuba era que no podía comunicarme con mi familia… Si mis padres recibían una carta de Cuba, iban presos… Para comunicarme con ellos les mandaba cartas a través de amigos españoles… Y lo pasaba mal por eso, era muy doloroso no poderme comunicar directamente con ellos… El País me había ofrecido que colaborara, y en cuanto llegué me abrieron un espacio, los lunes, en las páginas de Opinión. Me pagaban bien, de modo que no tuve problemas en España. Primero estuve en Madrid, y luego fuimos a Mallorca. Lo pasamos muy bien; a Luz le gustaba mucho la playa.
El asma le devolvió a Madrid...
En Mallorca lo pasaba de lo más bien; hablaba alemán con los turistas, escribía, pero me atacó el asma, y un médico argentino me dijo: “Andate a Madrid”; me pagaron unos derechos de “La tregua”, mi libro más vendido, y me compré un apartamento.
Mataron a muchos de sus amigos en Uruguay. Y usted anduvo de país en país. ¿Qué huella le dejó el exilio?
Me demostré a mí mismo tener buena capacidad de adaptación. Y descubrí que en todos los países hay h...de p... y gente macanuda. Me vinculé con la buena gente, no con los h... de p..., así que tuve muy buenos amigos, en España, en Cuba, en México, en Argentina… Sé que otros uruguayos no abrían la valija, por si se volvían pronto, pero yo colocaba la ropa en los placares, porque sabía que la cosa iba a ser larga… La gente me ayudó mucho…
Fuente: El Nuevo Día de Puerto Rico
Por Juan Cruz / El País Internacional
Vivió décadas de exilio. Argentina, Cuba, México, España. Salió a flote gracias a la literatura y los amigos. Acaba de cumplir 86 años. En su tierra, Uruguay. Por fin. Pero más triste que nunca. La muerte de Luz, su compañera de toda una vida, le conduce a las lágrimas. Sólo le hacen feliz el fútbol y el futuro político de su país.
Mario Benedetti inventó la palabra “desexilio” cuando ya pudo volver a Uruguay, tras los años de plomo de la dictadura en su país. Pero nadie le va a regalar una palabra que le quite la tristeza de verse solo, después de sesenta años con Luz.
Luz era su mujer, y murió después de un grave y lento proceso de Alzheimer.
Detrás de él hay una larga vida de poeta, de novelista, de articulista, de activista político; la policía militar de su país lo persiguió por el mundo –Buenos Aires, Lima, La Habana– para que cumpliera la condena implícita que pesaba sobre él, y se salvó de la muerte. España –Palma, Madrid– fue su penúltimo refugio. En Mallorca vivió años muy felices, lo dice él, y en Madrid se hizo con casa, amigos y esperanzas; hasta que pudo volver. Fue entonces cuando inventó la palabra desexilio: acostumbrarse a vivir en el país que fue el suyo. En todas las partes acogen sus recitales –en España, en Buenos Aires, en Montevideo, en México– como los de un músico de rock, en todas las ferias del libro le piden autógrafos como si fuera un actor de cine, y muchos músicos –Viglietti, Serrat, Tania Libertad– han hecho de sus poemas música de amor y de resistencia…
Cuando estuvimos con él en Montevideo, mostró incluso momentos de cierta felicidad.
Pero está herido; esta muerte de Luz ha sido para él un tremendo mazazo y bajo esa sombra habla como si vivir ya fuera un penoso esfuerzo de soledad. Conserva intacto un cierto humor irónico, con el que llena sus poemas y sus haikus, algunos de los cuales nos recitó enseguida que nos sentamos, como si diciendo sus versos no tuviera que contarnos lo que más le dolía.
¿Cómo eran sus padres?
Había un gran desnivel cultural entre ellos… Mi padre era químico y enólogo y mi madre casi no había acabado primaria… Mi madre era bastante caprichosa; no se llevaron bien… Mi padre era un tipo muy inteligente, generoso, buena persona. Y como profesional era excelente.
¿Cómo se fue haciendo usted?
Aprendí a leer solo… Me pusieron en el colegio alemán, y fui enseguida a segundo, porque yo ya había leído a Julio Verne y a Salgari… Allí, en el colegio alemán, nos enseñaban a golpes…
¿Eso le marcó?
Me marcó en varios aspectos y me hizo aprender un idioma, el alemán, que es hoy el idioma que manejo mejor…
Incluso ha sido actor en alemán…
El idioma que uno aprende en la infancia es el que uno aprende mejor. Nos separaban a los que hablábamos alemán o español con nuestras familias… Eso originó una guerra entre los que hablábamos español y los que hablaban alemán en casa, ¡se producían unas piñatas espantosas en los recreos. La peor penitencia era que el director te llevaba al despacho, te daba una paliza.
Qué disciplina. ¿Qué huella le dejó?
Me hizo muy disciplinado, muy estricto, muy puntual… Ese rigor tenía su desventaja. Una vez nos daban una clase de carpintería y un hijo de alemanes tuvo una discusión conmigo; tenía un cuchillo, me lo tiró y me lo clavó en una pierna… No era fácil la vida en el colegio alemán.
En 1976 surgió una dictadura brutal…
Surgió la tortura, la corrupción, el soborno, y enfrente estaban los tupamaros… Los tupamaros creían que la revolución iba a ayudar a la redistribución de la poca riqueza que le quedaba al país… Y los ricos, los militares y los gobernantes aceleraron la represión y la tortura; ahí empezó todo.
Usted hizo política…
Estuve en uno de los movimientos que se integraron en el Frente Amplio… Fue una experiencia dura, porque tienes que decir en la tribuna algo con lo que no siempre estás de acuerdo… Además, no improvisaba los discursos, los escribía, y eso para un político no es nada bueno… Un día me vinieron a avisar unos amigos: me iban a meter preso en menos de 48 horas.
Y el exilio...
Yo no me quería ir. “¡Te tienes que ir!”, me decían, “¡te van a torturar!”. Hicimos un acto por la libertad de Daniel Viglietti, y después me marché a Buenos Aires. En Buenos Aires estuve poco; era la época de López Rega. Y López Rega sacó una lista de personas que debían dejar el país, porque si no, las mataban. Entre esas personas estaba yo, el único extranjero. Me fui a Perú. Allá me dieron trabajo en un diario, con la condición de que no dijera ni media palabra de política: ni de Uruguay, ni de Perú, ni de Estados Unidos… Mis artículos versaban sobre literatura… Un día tocaron el timbre abajo. Era la policía, me querían deportar. Me dieron a elegir: Cuba, Ecuador o Uruguay. Mientras lo iba pensando, el tipo que me fue a avisar de la deportación se fue durmiendo, y yo aproveché para deshacerme de los papeles comprometidos. Cuando se despertó me rogó: “Por favor, no les diga a mis superiores que me quedé dormido”. Me acompañó luego al aeropuerto, me dio la mano y me abrazó. En Buenos Aires me estaba esperando Luz. Yo tenía un llavero que llamaba el llavero de la solidaridad, porque abría las casas de cinco o seis amigos argentinos en las que yo me podía refugiar…
Cuba fue una escala de su exilio…
Cuando estaba en Perú, Haydée Santamaría me envió una invitación para que fuera a trabajar a Casa de las Américas, que ella dirigía… Yo estaba corriendo peligro… Y cuando estaba allí les criticaba mucho, sobre todo aquellas cosas que se hacían y que perjudicaban a la revolución en el extranjero… Cuando me fui recibí una carta de Haydée: me extrañaban, decía, sobre todo por las críticas que les hacía…
¿Y cuáles eran sus críticas?
Se hacían cosas innecesarias, que daban mala imagen en el extranjero. Lo que yo trataba era que se cuidara la imagen exterior de Cuba, porque no se podían quedar solos. Yo les decía que debían tener buenas relaciones no sólo con la Unión Soviética, que tenían que abrirse a México, a Francia, a Italia… El simple apoyo de la Unión Soviética no era un apoyo muy beneficioso, aunque lo fuera desde el punto de vista técnico o económico…
Su exilio siguió en España…
El principal problema en Cuba era que no podía comunicarme con mi familia… Si mis padres recibían una carta de Cuba, iban presos… Para comunicarme con ellos les mandaba cartas a través de amigos españoles… Y lo pasaba mal por eso, era muy doloroso no poderme comunicar directamente con ellos… El País me había ofrecido que colaborara, y en cuanto llegué me abrieron un espacio, los lunes, en las páginas de Opinión. Me pagaban bien, de modo que no tuve problemas en España. Primero estuve en Madrid, y luego fuimos a Mallorca. Lo pasamos muy bien; a Luz le gustaba mucho la playa.
El asma le devolvió a Madrid...
En Mallorca lo pasaba de lo más bien; hablaba alemán con los turistas, escribía, pero me atacó el asma, y un médico argentino me dijo: “Andate a Madrid”; me pagaron unos derechos de “La tregua”, mi libro más vendido, y me compré un apartamento.
Mataron a muchos de sus amigos en Uruguay. Y usted anduvo de país en país. ¿Qué huella le dejó el exilio?
Me demostré a mí mismo tener buena capacidad de adaptación. Y descubrí que en todos los países hay h...de p... y gente macanuda. Me vinculé con la buena gente, no con los h... de p..., así que tuve muy buenos amigos, en España, en Cuba, en México, en Argentina… Sé que otros uruguayos no abrían la valija, por si se volvían pronto, pero yo colocaba la ropa en los placares, porque sabía que la cosa iba a ser larga… La gente me ayudó mucho…
Fuente: El Nuevo Día de Puerto Rico
domingo, octubre 01, 2006
Esfumándose en el tiempo
No puedo caminar entre la gente, divagar entre las tiendas y completar los rituales del día
sin que pase por mi conglomerado de pensamientos
la razón por la que ya aquello que existía parece haberse esfumado.
Me paseo por las calles y veo a los amigos sonriendo y no dejo de pensar
que un día nos moríamos de la risa, compartíamos, eramos cómplices, nos protegíamos,
pero eso ya no existe.
No puede esfumarse aquello que parecía ser concreto en mis manos
que ha desaparecido en un coraje y en un cruce de palabras
que han determinado quienes seremos
de ahora en adelante.
Me niego.
Me levanto en la mañana y me cuesta pensar
que el tiempo que invertí está perdido
y que solo habitarás en mis recuerdos...casi como esfumándote en el tiempo.
No puede esfumarse aquello que tanto quise proteger.
No puede concretarse lo que temí en mis sueños.
No puede esfumarse aquello que tanto alardeé tener.
Nunca se esfumarán de mi los recuerdos que disfruto
pues son mios y eso nadie lo podrá quitar de mis manos.
sin que pase por mi conglomerado de pensamientos
la razón por la que ya aquello que existía parece haberse esfumado.
Me paseo por las calles y veo a los amigos sonriendo y no dejo de pensar
que un día nos moríamos de la risa, compartíamos, eramos cómplices, nos protegíamos,
pero eso ya no existe.
No puede esfumarse aquello que parecía ser concreto en mis manos
que ha desaparecido en un coraje y en un cruce de palabras
que han determinado quienes seremos
de ahora en adelante.
Me niego.
Me levanto en la mañana y me cuesta pensar
que el tiempo que invertí está perdido
y que solo habitarás en mis recuerdos...casi como esfumándote en el tiempo.
No puede esfumarse aquello que tanto quise proteger.
No puede concretarse lo que temí en mis sueños.
No puede esfumarse aquello que tanto alardeé tener.
Nunca se esfumarán de mi los recuerdos que disfruto
pues son mios y eso nadie lo podrá quitar de mis manos.
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